En los últimos años el mundo de la iluminacion se ha extendido hasta tal punto que, hoy en día, las opciones para alumbrar tu hogar, tu estudio o tu oficina son casi infinitas, limitadas sólo por el gusto personal y el presupuesto de cada persona.
En este sentido, un paso muy importante se dió a fines del siglo XX cuando un grupo de científicos logró optimizar la producción y el rendimiento de las luces LED de color azul, lo que les valió el premio Nobel de Física.
Las luces LED representan el presente y el futuro de la iluminación, tanto en lo que respecta a la eficiencia de consumo y la innovación tecnológica, como en cuanto a la aplicación de la luz como elemento decorativo, como es el caso de las bombillas que cambian de color.
Los ledes tienen un funcionamiento muy distinto al de los focos incandescentes, que fueron la norma durante el último siglo. Esta tecnología aprovecha el circuito creado por dos diodos lumínicos, por el cual la corriente sólo fluye en un sentido.
Las luces LED aprovechan el 80% de la energía generada en las lámparas y tienen una vida útil de hasta 100.000 horas encendidas, por lo cual terminan resultando más económicas en el largo plazo.
La tecnología moderna permite a la industria producir ledes de todo tipo de colores e intensidades. El color depende estrictamente de la cantidad de energía generada por el circuito.
Al ser objetos tan pequeños, una lámpara casera puede albergar muchos de ellos, e incluso combinar ledes distintos para crear nuevos colores, del mismo modo que lo hace un pintor con su paleta.
El mismo principio es el que permite la existencia de lámparas que cambian de color. Ya que un LED no es más que un circuito, pueden programarse por cualquier período de tiempo para que se encienda o se apague a voluntad.
Así, por ejemplo, es posible encender los LED azules, luego los rojos, a continuación los amarillos, y así sucesivamente, utilizando la cantidad de colores deseada e incluso combinándolos.
Tipos de lámparas multicolor
Como dijimos, las lámparas que cambian de color pueden aplicarse de muchos modos, tanto con fines prácticos como decorativos. Además, vienen en todo tipo de formatos desde bombillas hasta tubos lumínicos, pasando por las famosas tiras LED y lámparas con diseños personalizados.
Uno de los ejemplos más evidentes de la utilización de tecnologías LED de muchos colores con una utilidad práctica es el de las bombillas que pueden variar entre luz natural, blanco frío y blanco cálido.
Estos dispositivos de uso doméstico no requieren la instalación de dimmers ni controles remotos. Con el mismo interruptor de pared que está presente en todos los hogares es posible controlar y cambiar entre las tres opciones, según la cantidad de veces que se enciende y apaga.
Es decir, la primera vez que se prenda, la luz será de un blanco frío. Si se vuelve a prender, aparecerá el blanco cálido. Una nueva repetición de este proceso nos permitirá disfrutar de luz natural.
De este modo podremos elegir tonalidades que ayudan a la concentración y la relajación según el momento del día o la actividad que estamos practicando sin necesidad de cambiar de ambiente.
Sin embargo, no todas las lámparas que cambian de color son tan simples. Algunas utilizan tecnologías de mayor complejidad, como es el caso de las lámparas con sensores de luz. Lo increíble de estos focos es su capacidad de detectar la tonalidad predominante en el ambiente y cambiar automáticamente a ese color. Ideal para fiestas y eventos.
En los últimos años, con la aparición de los televisores smart, ha surgido una necesidad comercial de aplicarle ese adjetivo a cualquier instrumento tecnológico. Es así como surgieron los focos LED smart.
Se trata de bombillas que se pueden controlar desde un smartphone o tablet, a través de una aplicación que se conecta por bluetooth. Cuando hablamos de controlar es porque realmente permiten un absoluto dominio de los colores, la intensidad e incluso los ciclos de cambio, si así se prefiere.
Otro ejemplo de luces que cambian de color son las lámparas de pie o de escritorio, que en muchos casos vienen fabricados en diseños populares e incluso personalizables.
Algunas de ellas se conectan a la corriente eléctrica, mientras que en otros casos utilizan baterías, o bien incluyen un cargador USB de 220W como el de los teléfonos móviles.
Como queda claro con todos estos ejemplos, las lámparas que cambian de color son mucho más que una novedad decorativa. Cualquiera sea el modo en el que se utilicen, las posibilidades de aprovechar esta tecnología proveen mayor belleza a todos los espacios del hogar o el ambiente de trabajo, ahorran energía y dinero y son ecológicamente sustentables.
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